Cuentan que la vio marchar,
Cuando el cielo estaba azul y gris.
Y en sus ojos de odio y carbón,
Se podía ver,
La primavera asesina que cambio,
La caricia por la aguja,
La sonrisa por el sangrar.
Así desnudo ante las noches,
Violado por las estrellas
Sereno y conmovido
Se clavo un anzuelo en el paladar
Dejando secar su sangre.
Esperando que ella lo volviera a buscar.
Saboreo su adiós,
En un segundo de dolor y fidelidad,
Y enterró su voz
Ante la absurda inmensidad.
¿Alguien la extrañara?
Desde el pozo de su garganta
Una luz luchaba por salirY gritar, adiós mi sirena, au revoir
viernes, 7 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario