jueves, 19 de febrero de 2009

Lista de libros para el infinito y mas alla...


Necronomicon. H. P. Love craft

La muralla china y otros relatos. Franz Kafka

Coraline . Neil Gaiman

Matrimonio del cielo y el infierno. William Blake

Confesiones de un inglés comedor de opio. Thomas De Quincey
Memorias del subsuelo. Fedor Dostoyesvski

Cuentos. Edgar Allan Poe.


En principio no dispongo de mas para poder colgarlos si hiciera falta, pero estoy trabajando en ello. Espero que te agraden, a mi me han encantado todos, ya se que no son tan dificiles de encontrar como tu arcano de Opio en las nubes, pero bueno , creo que el objetivo es difundir literatura.

Espero alguna respuesta. Gracias



martes, 17 de febrero de 2009


«Que no está muerto lo que yace eternamente, y en los eones por venír aún la muerte puede morir».

LA MASCARA DE LA MUERTE ROJA

Durante mucho tiempo, la «Muerte Roja» había devastado la región. Jamás pestilencia alguna
fue tan fatal y espantosa. Su avatar era la sangre, el color y el horror de la sangre. Se producían agudos
dolores, un súbito desvanecimiento y, después, un abundante sangrar por los poros y la disolución del
ser. Las manchas purpúreas por el cuerpo, y especialmente por el rostro de la víctima, desechaban a
ésta de la Humanidad y la cerraban a todo socorro y a toda compasión. La invasión, el progreso y el
resultado de la enfermedad eran cuestión de media hora.
Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios perdieron la mitad de
su población, reunió a un millar de amigos fuertes y de corazón alegre, elegidos entre los caballeros y las
damas de su corte, y con ellos constituyó un refugio recóndito en una de sus abadías fortificadas. Era una
construcción vasta y magnífica, una creación del propio príncipe, de gusto excéntrico, pero grandioso.
Rodeábala un fuerte y elevado muro, con sus correspondientes puertas de hierro. Los cortesanos, una
vez dentro, se sirvieron de hornillos y pesadas mazas para soldar los cerrojos. Decidieron atrincherarse
contra los súbitos impulsos de la desesperación del exterior e impedir toda salida a los frenesíes del
interior.

EL PRINCIPIO



"...Suave como el peligro atravesaste un día con tu mano imposible la frágil medianoche..."